¿CAMBIO DEL CÓDIGO PENAL?

Imaginad un tablón de madera que le sobresale un clavo. Cogéis un martillo y os disponéis a golpear el calvo para hundirlo y corregir esa anomalía. Agarráis el martillo por la cabeza y le dais golpes con el mango, tal vez haga la función, aunque lo normal es que el clavo no se hunda bien y a la vez el mango se dañe. Más o menos el mismo resultado ocurriría si lo cogemos por el mango pero golpeamos por las orejas. ¿Tal vez deberíamos cambiar el martillo? ¿Cuál es la forma correcta de hundir el clavo? Coger el mango con fuerza y golpear el clavo con la cara del martillo.

 

Lo mismo ocurre con el Código Penal. Si no se aplica debidamente, la delincuencia no remite y la percepción de esta y la solución que brindan los Tribunales es insuficiente para la sociedad. Y entonces, ¿qué es lo que se demanda? Un cambio del texto normativo penal. Error.

 

En primer lugar debe quedar claro que las discusiones acerca de la inseguridad y la aplicación de las leyes tiene un marcado acento político. En todos los ámbitos.

 

En el verano de 2019 se ha hablado mucho de un incremento de la inseguridad en concreto en la ciudad de Barcelona. Se ha discutido mucho acerca de las cifras que respaldaban tal afirmación y la policía y los agentes vinculados al mundo judicial han creído oportuno dar su opinión al respecto y aportar datos que lo desmentían. Así, ¿ha aumentado la inseguridad? No. ¿Ha aumentado la criminalidad? Tampoco, o por lo menos no en unos términos de crecimiento desmesurado a la evolución anual.

 

Siempre que tengo que ir al Juzgado de guardia a asistir a algún cliente observo la lista de detenidos. Ciertamente, hay días variados, en los que hay más detenidos en unas ocasiones y otras menos; sin embargo de manera habitual el número de detenidos se mantiene estable.

 

Entonces, ¿por qué se habla de este incremento de la inseguridad? Porque hay una evidente intención política para hacer uso de la seguridad ciudadana. Desde hace años vivimos en una campaña electoral permanente y cualquier tema es bueno para hacer crítica al que gobierna.

 

De tantas críticas sobre el supuesto incremento de la inseguridad se han celebrado diferentes “gabinetes de crisis”, y en todos ellos han llegado a la misma conclusión: Hay que modificar el Código Penal, hay que hacerlo más duro.

 

Ya indicábamos en otros artículos que el Código Penal español es de los más duros de Europa. El problema no radica en que sea blando (que no lo es) sino en que no se aplica debidamente. Los llamamientos a la modificación del texto penal es la respuesta fácil, sobre todo cuando alguien dice que el Código es del año 1995. Pero se olvidan de decir que desde entonces se han realizado hasta 33 reformas, algunas de ellas de especial relevancia como la del 2015.

 

Este mismo año 2019 se ha introducido una modificación en cuanto a los homicidios y lesiones imprudentes cometidos con vehículos a motor. Se ha producido esta modificación como consecuencia de la presión de los colectivos de ciclistas que reclamaban penas más duras en busca de protección y seguridad. Pero lo cierto es que la modificación es un brindis al sol. Es cierto que se han aumentado penas (y de forma considerable), pero también lo es que los supuestos en que se puedan aplicar estas penas son muy escasos, y que además es potestativo del Juez imponer la pena aumentada, pudiendo aplicar la pena mínima establecida que no varía mucho de la existente antes de la reforma.

 

Por lo tanto, se modificará el Código (muy probablemente), pero eso no eliminará la comisión de delitos ni aumentará la seguridad ciudadana. La seguridad se mejora con una correcta aplicación de la política criminal y en una mejor educación.

 

Otra de las reclamaciones que está en el orden del día es el endurecimiento de las penas, en concreto de los delitos más graves como los asesinatos y las violaciones. Se escucha de forma recurrente la exigencia de implementar la pena de muerte. Este es un debate muy extenso que ahora no entraremos. Únicamente un apunte. A todos esos que exigen la introducción de la pena de muerte (se ha llegado a leer “pegarle un balazo en la cabeza”), se les debería preguntar si ellos serían los mismos encargados de la ejecución, si tendrían el valor de hacerlo. Ya nos imaginamos la respuesta.

 

Así pues, no debe modificarse el Código Penal sino debe aplicarse en toda su extensión, del mismo modo que no debe cambiarse el martillo sino golpear el clavo con la cara del martillo y no su mango.

 

 

Joel Giménez Albero

Abogado Penalista

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