DELITOS COMETIDOS DURANTE EL ESTADO DE ALARMA: DESOBEDIENCIA, RESISTENCIA Y ATENTADO CONTRA LA AUTORIDAD

Durante todo el transcurso del estado de alarma se han producido muchísimas escenas que han provocado multitud de reacciones, algunas de ellas de enfado y otras de humor. Se trata de las salidas a la calle de personas en diferentes contextos, no todos ellos amparados en los casos permitidos por el gobierno.

 

En un primer momento, tras ser decretado el estado de alarma, y mientras no existía un confinamiento total, se permitió a la población a salir de casa para desplazarse a los lugares de trabajo, para ir a comprar o para ir a sacar a pasear animales de compañía. Y ahí, en por lo menos dos de esos supuestos empezó la picardía de la gente, y también la irresponsabilidad, dicho sea de paso. La gente salía a diario para ir a hacer la compra, hasta el punto que en ocasiones únicamente se salía para comprar un batido de chocolate y al día siguiente un paquete de chicles; y en cuanto a los animales de compañía, se llegó al punto de sacar a pasear al perro más de 6 o 7 ocasiones al día, lo que hizo surgir innumerables “memes” en las redes sociales sobre las mascotas desesperadas de tanto salir a la calle, y peor aún, se pudo observar a gente paseando su pez en la calle, tras un breve instante de risa, parece innegable que es un acto de irresponsabilidad e irrespetuoso como pocos.

 

Esos casos en los que las personas se creían más listos y graciosos que nadie acabaron en muchas ocasiones con una multa, administrativa, de tal modo que a muchos se les acabó la ocurrencia de salir a bajar a comprar una bolsa de pipas ya que volvías a casa con una multa de 600 € y entonces ya no salía a cuenta. Pero, como se ha dicho, se trataba de multas administrativas, pero hubo casos en los que, lejos de tratarse de un comportamiento gracioso, la población se volvió temeraria y hasta delictiva.

 

Por lo general, la gente que se encontraba en la calle sin ninguno de los supuestos permitidos y era parados e identificados por la policía se iban con una multa administrativa, o bien hasta con una denuncia, e incluso en los casos más graves detenidos y llevados a comisaría. Esto se producía porque el ciudadano al que paraban se mostraba poco colaborativo con los agentes de la autoridad, e iban desde una confrontación verbal que no iba a más que una leve discusión (y su correspondiente denuncia por desobediencia), hasta un leve forcejeo y gritos (y su correspondiente denuncia por resistencia), e incluso agresiones a los agentes e intento de huida (en cuyo caso el ciudadano acababa siendo detenido y llevado a dependencias policiales).

 

Cuando se reestablezca la normalidad en los Tribunales, los casos de desobediencia y de resistencia, muy probablemente finalizarán con una pena de multa y una lección aprendida para aquellos que lo hubieran cometido. Pero los casos de atentado contra la autoridad, correrán una suerte distinta, y es que, en función del grado de peligrosidad y lesiones ocasionadas a los agentes de la autoridad, los detenidos y llevados al Juzgado se podrían llegar a enfrentar a años de cárcel.

 

Tras unas semanas del inicio del estado de alarma, estos casos de ciudadanos saliendo a la calle intentando burlar a las autoridades fueron cada vez más escasos, en parte por la concienciación de la gente y en parte por el temor de recibir bien una multa administrativa bien una denuncia o incluso irse detenido.

 

Sin embargo, tras la caída de nuevos contagios y muertes, tal vez en un exceso de confianza el gobierno permitió la salida de infantes acompañados de adultos para dar un pequeño paseo al día. Si se hubiera producido de una manera acotada y con ciertas restricciones no hubieron surgido problemas, pero a la irresponsabilidad del gobierno le prosiguió una irresponsabilidad mayor de la ciudadanía. Y es que la población salió en masa de sus casas, en familia, más adultos que niños, y por supuesto, volvieron los casos de desobediencia, resistencia y atentado a la autoridad. Tal vez en esta ocasión los episodios serán de menor relevancia y la inmensa mayoría acaben con una denuncia y finalmente una multa, pero lo cierto es que algo falla en la política criminal cuando se es incapaz de hacer entender a la población que cometer actos delictivos, que apenas unos días atrás se podía ver sus consecuencias, no es una simple tontería y que todo tiene su repercusión.

 

        

Joel Giménez Albero

Abogado Penalista

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *